Mensaje Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos

Abril 13, 2004

 

            “Mis pequeños, en este día, vosotros tenéis que perdonar a la criatura [Rosa] que os trae el mensaje de amor que os da vuestra Madre Amantísima.  Tenéis que orar para que ella pueda dar las bendiciones que Mi Amado Jesús os trae en cada Rosario en este pequeño lugar. 

“Después del inmenso sufrimiento de la Semana Mayor, donde vuestro Amado Jesús os ofreció el gran banquete que era Él mismo, Dios lo dejo para que cada uno de vosotros, cada vez que ingiriera del Cuerpo y la Sangre, fuereis vosotros contados en la grey del Señor.

            “Vosotros sabéis, Mis pequeñas criaturas, que cada vez que empieza esa Semana de la cruz en vuestras frentes [la Cuaresma], es cuando debéis empezar a recordar que cada uno vinisteis del polvo y al polvo regresareis. 

“Esta semana comienzan los dolores de vuestra Madre Amantísima y los Siete Puñales que atravesarían Su Corazón no es como la gente se imagina.  En ese día comenzaron los Dolores de Dolores, no sólo para vuestra Madre Amantísima sino para toda la grey que camina con Mi Bien Amado.  Las cadenas del maligno se desatan en estos días y vosotros comenzáis a sentir el látigo de la  fuerza de la naturaleza que os enseña que se acerca el momento de la Pasión de Mi Bien Amado.  Es el tiempo que cada uno de vosotros, pequeños Míos, comenzáis a meditar en todo lo que habéis hecho para ofender a Jesús; es el tiempo de la reconciliación con vosotros mismos y con la humanidad, cargando en vuestros corazones el rencor, el odio, la maldad; la lengua se desata y comenzáis a masticar las maldades que después brotan de vuestros corazones, para dejar la lascivia que será derramada entre cada uno de vosotros.  La maldad desata sus cadenas que quieren penetrar en cada uno de vuestros corazones.  Muchos no lo queréis entender porque tenéis cerrado el corazón a la Justicia Divina que es Dios, Dios tocando a vuestros corazones para que os abráis a la fe, a la esperanza, a la caridad y al amor entre todos vosotros.

            “Después del largo caminar del Bien Amado cargando la cruz de cada uno de vosotros, cayéndose y levantándose, dejando Su Piel por la arena del camino, ahí tenéis vosotros cómo destrozáis a Jesús cuando no cumplís con la Ley que Él os dejó.  Nadie piensa que después de ese trayecto doloroso que vosotros compartís en la Iglesia que Él os dejó, viene la espera de la Ascensión del Bien Amado, donde dejó a María y a los Apóstoles la promesa del Espíritu Divino de Dios, para que ellos a su vez predicaran la Palabra al mundo y llevaran el mensaje de amor a la humanidad

“María sufrió en ese instante cuando Él se fue y no se la llevó con Él y la advocación de la Rosa Mística es  símbolo de Su sufrimiento.  En ese instante, le salieron de Su Corazón las tres rosas, de la Sangre de Jesús, de la pureza y de la Iglesia misma.  Vuestra Madre tenía que quedarse para instruir a los Apóstoles en el Evangelio y en el conocimiento del Camino del Bien Amado. 

“Muchos en este momento en que os doy Su Mensaje, a través de la pequeña criatura [Rosa], están curiosos como Santo Tomás que quería ver y ponerle los dedos en la Herida, en la Llaga, para poder creer.  Vuestra Madre Amantísima os dice que muchos tenéis ojos y no veis, oídos y no escucháis, lengua y no dais testimonio. 

“Apartad de vuestros corazones, pequeños Míos, la duda y la maledicencia, aceptad con amor el Mensaje que todavía os traigo a este pequeño lugar.  Dad gracias a Dios por el milagro de las apariciones en todas partes, por el Llanto de María a través de las imágenes, de las rocas que hablan.  Cuando los hombres callan las imágenes se encargan de dar el Mensaje a través de las señales de llanto, de sangre, de agua, de aceite perfumado, con los que los seres humanos podéis salvaros de las enfermedades que traéis y ponéis a los Pies de vuestra Madre.

“El tiempo se acorta para el arrepentimiento y la conversión.  No podéis ir por el mundo sin antes haberos confesado con los sacerdotes que Él os dejó para humillar vuestra soberbia al no querer aceptar esa confesión, porque creéis que son hombres iguales a vosotros, y es verdad, pero están llenos del Espíritu Santo que es Él que en realidad os quitará la maldad y os enseñará el amor.

“Orad por las familias desintegradas, por los niños asesinados en el vientres de sus madres.  Vosotros os llenáis la boca para decir: templos somos todos del Espíritu Santo.  Mentira, porque vosotros no lo creéis, porque profanáis ese cuerpo cada vez que os pintáis una imagen en él, cada vez que os abrís un hueco donde no debéis abríroslo, cada vez que profanáis el cuerpo con sexo, con drogas, con fornicación; cada vez que calláis una maldad estáis convirtiéndoos en cómplices de esa misma maldad.

“Los acontecimientos en el mundo vienen a carrera desenfrenada porque el hombre todavía no tiene el poder, a pesar de creer que son dioses que pueden detener la carrera de la guerra y del armamentismo en todas partes.  Orad por todos esos pueblos que asesinan impunemente sin que los gobernantes le den el castigo que merece a cada uno que comete un crimen.  La sangre del inocente seguirá pidiendo justicia y se derramará sobre aquel que haya provocado el crimen.

“Todavía no se ha terminado la Semana Santa, todavía Jesús permanece con los hombres en Espíritu y en Verdad en el Santísimo Sacramento del Altar.

“Seguirá la naturaleza rebelándose contra el hombre porque la naturaleza es de Dios y el hombre no la cuida. Seguirá derramándose la sangre en los pueblos que quieren ser gobernados por el anticristo, porque los derechos humanos de la maldad siempre están luchando, pero ¿donde están los derechos humanos de los abusados, de los hacinados, de las viudas, de los huérfanos, de las madres que los lloran, como vuestra Madre Amantísima lloró cuando Jesús estaba en el Huerto, en la Flagelación, en la Vía crucis, en la Crucifixión?  Vuestra Madre sigue con los Siete Puñales de Dolor que cada uno de vosotros estáis sufriendo.

“Os diré algo para terminar:  Jesús está Vivo en los corazones de cada uno de vosotros, Él toca vuestras puertas.  Dejadlo entrar e invitadlo a sentarse en vuestras mesas.  ¡Jesús está Vivo!  Si cada uno de vosotros lo invocáis, Él os escuchará.

“Os amo.  Soy vuestra Madre Amantísima, la Virgen María.  Amén.”