Mensaje Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos

Octubre 13, 2004

 

                La Virgen le está mostrando a Rosa muchas advocaciones de Ella para que les haga entender a Sus hijos que Ella es una Sola, pero que puede aparecerse en diferentes formas.

“Mis pequeños, Yo sé que las criaturas que trabajan al lado de la sierva de Mi Amado Jesús muchas veces se confunden cuando vuestro Madre Amantísima trata de penetrar los corazones de cada uno de vosotros y el de ella [Rosa], porque todavía los hombres de hoy no entienden el misterio del Amor de vuestra Madre.

  Mi Hijo Amantísimo hace que aparezca no sólo en este pequeño lugar sino en muchas partes del mundo, en los rincones más apartados para traerles el Mensaje de reconciliación con la Iglesia y con los pastores que Él os dejó.  Vuestra Madre es Madre de todos los sacerdotes y Madre de la Sagrada Eucaristía y os quiere advertir que el hombre de hoy no se diferencia mucho de los hombres de hace más de dos mil años atrás.  Lo mismo que en Sodoma y Gomorra, hoy el hombre está viviendo en un mundo confundido lleno de pasiones, aberraciones sexuales y de apostasía.  Hay muchos que predican la Palabra desde hace muchos años y predican en aquello no creen.  

“Mi Amado Jesús quiso que apareciera en este Misterio de Amor hacia vosotros.  Ahí Él fue flagelado, destrozadas Sus Carnes, Su Piel, donde con cada latigazo que le daban, con cada caída, arrastrándose, iba dejando en la arena Su Sangre Prodigiosa e Inocente por los pecados de cada uno de vosotros.

“El hombre seguirá sin entender el sacrificio de Mi Amado Jesús y el Misterio que conlleva el seguirlo, el seguir a Mi Bien Amado.  Vuestra Madre alienta los corazones de cada uno de Sus hijos para que acudan en masa a los templos donde Él se hace presente para cada uno de vosotros cuando vuestro sacerdote eleva el Santísimo Sacramento, Su Cuerpo y Su Sangre en el Altar.  Fijaos cada uno de vosotros, que los únicos que se lavan las manos en el Altar son los sacerdotes.

“Seguir a Jesús no es fácil, pequeños Míos.  Seguir a Jesús conlleva mucho sacrificio, mucha renuncia, mucho abandono de sí mismo para cumplir los misterios del amor de los Rosarios que cada uno de vosotros hacéis en el nombre de vuestra Madre Amantísima para Su Hijo Amado.

“Muchas veces os he advertido de las cosas que vendrán para el hombre si no cambia su manera de ser, si no vuelve de nuevo al amor de Jesús, si no honra la Sagrada Eucaristía que es Su Cuerpo y Su Sangre.  Cuando el sacerdote la eleva y la consagra, allí el Espíritu Santo baja y Él se hace Presente,  para que cuando vosotros, limpios de corazón, arrepentidos después de haberos confesado con los sacerdotes que Él os dejo, lo podáis recibir. 

“Grandes acontecimientos vienen para la humanidad, pero vosotros no creéis, vosotros le dais la espalda a la Cruz y os avergonzáis de llevar la Imagen de la Cruz en vuestros cuellos.  Vosotros no sabéis lo que significa para el hombre el abrazar la Cruz de Mi Bien Amado.  En la Cruz Él os dejó el gran ágape, el gran regalo de Su Amor. 

“¡Cuánto sufrió por el abandono en la Cruz de todos aquellos que lo vieron hacer tantos milagros!  Cada uno hizo como los leprosos que fueron sanados y que sólo uno volvió para dar las gracias.  Así los hombres de hoy se olvidan de los milagros que reciben en las apariciones Marianas donde Jesús viene a escoger a Su pueblo, a Sus sacerdotes. 

“No creáis vosotros que los sacerdotes son santos.  Ellos son los más atacados por la malignidad en los Últimos Tiempos para debilitar la fe del hombre, para borrar el recuerdo del Amor que Él os dejó en la Cruz.  Pocos regresan.  En estos días de dolor para el mundo vosotros tenéis que volver los ojos a la fe.  Aquel que os separe de la fe y el Amor de Mi Amado Jesús no cree en nada.  Vosotros tenéis que inundar las iglesias pero en un acto de amor verdadero confesándose para poder comulgar. 

“A los jóvenes que no escojan parejas sino que escojan esposos o esposas porque el hogar, la familia, es lo primero para Dios.  Bendecid vuestros hogares, vuestros hijos, consagradlos cada día porque vosotros no sabéis si después que salen de vuestros hogares los volveréis a ver otra vez.

“Orad por las ánimas del purgatorio.  Hay muchas almas que están allí esperando vuestras oraciones, pero hay también muchas en el fuego eterno del cual hoy no se menciona en la Iglesia y que sí existe.

“Arrepentios mientras vosotros estéis en plena conciencia para hacerlo y no esperéis al último minuto.  Recordad cada vez que vosotros hacéis algo que no está de acuerdo con la moral o con el derecho a la vida de los seres humanos lo estáis crucificando otra vez.  Recordad Mis pequeñas criaturas que Dios le da a la mujer el premio de concebir una criatura en cada uno de sus vientres.  No le neguéis el derecho a la vida a ese regalo con que Dios bendice a cada mujer en cada hogar.  Hay muchos niños abortados, sacados del vientre de su madre, donde más seguro deberían estar en los últimos meses que les falta para venir a la vida. 

“Nadie que esté de acuerdo con el aborto puede ser un verdadero cristiano.  Cristiano, como se llama a los que verdaderamente siguen a Jesús en Su Amor, en Su Calvario y que son bautizados con el Espíritu Santo por un sacerdote.

“A los jóvenes:  No profanéis vuestros cuerpos, que son templos de Jesús.  Cuando vosotros recibisteis el bautismo en la Iglesia, el Espíritu Divino penetró en cada uno de vuestros corazones y sois templos de ese Espíritu.  No lo profanéis con el aborto.  No profanéis a Jesús con provocar la muerte a los ancianos cuando ya no son útiles o cuando las personas están todavía vivas en los hospitales, pero muy enfermas.  

“Cada vez que el hombre inventa algo en contra de las naturaleza Divina está crucificando y dando latigazos a Mi Bien Amado.  Honrad la Sagrada Eucaristía a través de Su Iglesia.  Decidle y escribidle a vuestros pastores que el hombre debe volver de nuevo a arrodillarse ante Él, que es el Primero y el Último, el Alfa y el Omega.  Recordad que ante Él toda rodilla se debe doblar. 

“Os bendigo, os amo.  En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén.”