Mensaje Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos

Diciembre 13, 2005

 

“Pequeños Míos, muchos vienen con problemas en vuestras cabezas, diferentes dolores en ellas por diferentes causas.  Muchos serán sanos por el solo hecho de creer y por eso ya son sanados por el Bien Amado.

“Mis pequeños, dad gracias al Gran Padre Celestial que viene a este pequeño lugar por permitir traer el mensaje del amor del Bien Amado.  Los hombres de hoy están envueltos en una carrera, en una carrera inmensa para sufragar todos los deseos que traen en sus corazones, pero se olvidan de lo principal que es el amor a Jesús, el amor al Pequeño, aquel que vino al mundo en un pesebre miserable en una cueva de Belén, para anunciarles que la Luz había llegado a la humanidad para sacarla de la oscuridad  en que estaban envueltos y donde vivían. 

“Vosotros no sabéis verdaderamente lo que es el milagro del amor del Padre hacia Maria, vuestra Madre Amantísima, para que llevara en Su Vientre Virginal al Espíritu Divino de Dios hecho carne, en Su Vientre que fue el primer Templo de Dios en la tierra. Vuestra Padre, Mis pequeñas criaturas, envolvió en pañales aquel Pequeño lleno de luz que venía al mundo para conduciros a la verdadera libertad que es creer en un Dios vivo, en un Dios lleno de amor, lleno de Luz, lleno de esperanza para todos los hombres y que hoy, hoy, lo habéis olvidado.

“De nada, de nada os valdrá que os envolváis en el Espíritu, en el Espíritu de la Natividad del Señor si verdaderamente no rendís el homenaje al Niño Dios, ese, ese que a través del Espíritu Divino, de ese Espíritu que consagró a los sacerdotes para que en Su Nombre hicieran milagros, y que también ese Espíritu se cobijó en Maria, Vuestra Madre Amantísima, Madre del Universo, vituperada, ofendida, lastimada, flagelada, como lo fue Jesús en la muerte de la Cruz.

“Maria, vuestra Madre Amantísima, también sufrió en Su Cuerpo, espiritualmente,  los embates del odio y de la flagelación.  Vuestra Madre caminó en andas llevando en Su Vientre la Eucaristía viva, la llevaba en Su vientre viva para que todos vosotros, cuando Él diera el último suspiro en la Cruz, pudiera alimentaros en esa Sagrada Eucaristía que está perennemente en los altares de la Iglesia, de la Iglesia que Él os dejó para que vosotros  lo venerarais y le pidierais perdón, glorificándolo en Su Nombre y por Su Nombre ante todos los hombres.

“Preguntaos en vuestros corazones: ¿Verdaderamente creéis en ese pequeño Pan convertido en el Cuerpo y la Sangre de Jesús cuando los pastores que yo os dejé, formándolos a través de Vuestra Madre  en hijos de Maria para que los condujeran al verdadero camino que es Él?

“Hoy los hombres, en sus corazones, no creen verdaderamente en las cosas que están pasando en el mundo y en esta humanidad apóstata, retrógrada, ambiciosa, llena de egoísmo.  ¿Dónde está, os pregunto, ese amor a la Iglesia, al sacerdocio, a la Eucaristía, de Aquel que murió en la Cruz y que se llevó con Él todos vuestros pecados? 

“Vosotros tenéis que agradecer, que bendecir y glorificar todos los días de vuestras vidas a vuestro Padre Celestial que os dio a su Hijo Amado para que muriera en la Cruz por vosotros.  No entendéis el decálogo  de amor que Él os dejó en la Cruz, y hoy, hoy, vosotros  vais a ser perseguidos por la fe, vais a ser vituperados y ofendidos por creer en la Cruz y en el Crucificado.  Seréis perseguidos porque el hombre se ha olivado de Dios y de  los Mandamientos que están en las Sagradas Escrituras.  Nadie las lee ni las engulle y se la traga, para apreciar verdaderamente lo que esta ahí revelado a los profetas de la antigüedad y a los nuevos pastores, a los nuevos profetas que tratan de evangelizar al hombre, pero equivocadamente. No quieren meterles miedo a los feligreses, a las ovejas que han dispersado por el mundo y que se han refugiado en cultos religiosos que nada tienen que ver con lo que Él os dejó en las Sagradas Escrituras. 

“Reconoced la verdad, caminad en la Luz, porque Jesús vendrá en la oscuridad de la noche y os sorprenderá a todos, porque vosotros estáis como las vírgenes esperando al novio pero sin prepararse, con los aceites para encender los candelabros y anunciar la Luz.

“El hombre de hoy será sorprendido en su iniquidad, en sus mentiras, en sus aberraciones, en sus abandonos de hogares; las mujeres que se han olvidado de que sus vientres son para el regocijo de la creación Divina entre un hombre y una mujer, amándose para poder procrear, se han olvidado de eso, y hoy se unen hombres con hombres, mujeres con  mujeres, en un sacrilegio de lesa naturaleza.

“Así como Dios confundió en Sodoma los sexos, así los está confundiendo hoy y traerá la justicia a este mundo lleno de guerra, de jueces que condenan sin escuchar el arrepentimiento del que ha cometido pecado.

“Para dejaros con todos estos pensamientos y con todas estas verdades que están ocultas detrás de lo que está escrito,  quiero invitar a todos vosotros para que recordéis en el hogar que lo que se celebra en este tiempo no son fiestas llenas de drogas, de alcohol, de sexo, y de promiscuidad, sino que se celebra la venida al mundo de la Luz, aquella Luz que el hombre negaba y que hoy también la quiere negar por igual.  Os digo: Dios es un Padre de Amor pero es un Padre de Justicia que impartirá esa justicia a cada uno que no se aparte de la maldad, que no se arrepienta, porque el reino de Dios es de aquellos que cometen pecados, pero que se arrepienten a tiempo. 

“Para terminar, Yo quiero que la pequeña criatura que tiene el Libro de la Verdad, busque en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que busque en Ezequiel en el Capítulo 18, versículos 1-4, de ese mensaje que os he dejado para que vosotros os alimentéis de las palabras que escribieron los grandes profetas de la antigüedad, porque Dios os viene trayendo al mundo la Luz, el amor y el perdón, pero de aquellos que se arrepientan y que se acerquen a la verdadera Luz que es Jesús de Nazaret, Dios convertido en hombre entre vosotros, para poder perdonar hasta la Crucifixión:  Escribe: “El Señor se dirigió a Mí, y me dijo:  ¿Por qué en Israel no deja de repetirse aquel refrán que dice: ‘ Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes ‘.  Yo, el Señor, juro por mi vida que nunca volverán ustedes a repetir este refrán en Israel.  A Mí me pertenece todo ser humano, lo mismo el padre que el hijo.  Aquel que peque, morirá.”   Pasa a los  Versículos 21-23 del mismo Capítulo 18:  “Y si el malvado se aparta de todos los pecados que cometa, y cumple todas mis leyes y hace lo que es recto y justo, ciertamente vivirá y no morirá.  Yo no volveré a acordarme de todo lo malo que hizo, y él vivirá por hacer lo que es recto.  Yo no quiero que el malvado muera, sino que cambie de conducta y viva.  Yo, el Señor lo afirmo.”

“Regocijaos, regocijaos, orad, orad en familia, esa que hoy habéis abandonado para abrazar otras cosas y os habéis olvidado del hogar, de los hijos, y del pequeño pesebre que hoy debería reinar en todos los hogares del mundo. 

“Os bendigo, dad gracias a Dios porque en este día os he venido a visitar, y sé que cada uno de vosotros reconoceréis la voz de Quien os ha hablado en este día.

Os amo y os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén, Amén y Amén.